sábado, 14 de mayo de 2011

Invertir en arte o cómo poner una nota de color a una cartera de inversión



Diversificar, diversificar y diversificar, o lo que viene a ser lo mismo, no poner todos los huevos en la misma cesta. Ésta es la máxima que debe guiar a cualquier inversor cuando decide conseguir una rentabilidad extra de sus ahorros. Es también una de las principales recomendaciones de los expertos en la materia al igual que la de “a mayor rentabilidad, mayor riesgo”.
Invertir en arte o cómo poner una nota de color a una cartera de inversiónTeniendo en cuenta estos principios y llegado el momento de invertir se plantea una pregunta clave, ¿dónde pongo mi dinero? Las opciones son prácticamente infinitas: desde un bono o letra del Estado, pasando por un garantizado, hasta un ETF o fondos que replican la bolsa japonesa o la brasileña.
Existen también en el mercado los denominados fondos del vicio, que invierten en tabaqueras, compañías de bebidas alcohólicas, fabricantes de armas y empresas de apuestas. El abanico, es muy amplio.
¿Y el arte? Tras un año de abstinencia obligada por la crisis, los coleccionistas han comenzado a salir de su escondite. Las compras se han reactivado en las galerías y en las casas de subastas al mismo tiempo que el dinero ha comenzado a mirar hacia otras vías para invertir en este activo sin necesidad de adquirirlo en su totalidad. Esos vehículos son los fondos que invierten en arte y, a diferencia de otros productos de inversión, no son muy numerosos.
La firma londinense, The Fine Art Fund, puesta en marcha por Philip Hoffman, antiguo director financiero de Christie’s, ofrece la posibilidad de poner una nota de color a las carteras de inversión de las grandes fortunas. No en vano, la inversión mínima requerida es de 250.000 dólares.
“Coleccionar arte de gran calidad no es sólo un hobby para muchos inversores. Hay quienes ven en él un vehículo para generar riqueza y para crear un legado que se transmita de una generación a otra”, explicaba Hoffman en una entrevista reciente.
Esta compañía tiene actualmente bajo gestión unos 90 millones de dólares y espera alcanzar los 150 millones durante este año. Entre sus inversiones figuran, entre otros, Canaletto, Rusha, Picasso, Degas, grandes maestros flamencos, aunque también trabajan con promesas de los mercados emergentes, como por ejemplo, artistas de la China y de Latinoamérica. El objetivo es conseguir unos retornos entre un 10% y un 15% anuales y su track record se sitúa en el 30% anual en los últimos cinco años. En este periodo ha vendido cerca de 35 millones de dólares de arte por el que ha pagado 25 millones.
Hoffman ve el arte como un activo refugio contra la inflación y de él destaca que, a diferencia de otros productos, “es un activo tangible, totalmente descorrelacionado de los mercado, que permite el acceso de profesionales a este mercado así como la diversificación de la cartera”. A los inversores que llaman a su puerta aconseja dedicar un 5% de su inversión a este tipo de activos, siempre que la fortuna no sea muy líquida y entre un 10-15% si cuentan con liquidez. Además, avisa, se trata de inversiones a largo plazo, a corto es peligroso invertir en arte”.
Sobre las voces que se alzan en torno al carácter especulativo de este mercado, el del arte, Hoffman se muestra contundente. “No hay sólo un mercado del arte, hay múltiples, y cada uno de ellos es diferente. El indio, por ejemplo, es muy especulativo. Sólo el 20% de los inversores que entran en este mercado son coleccionistas. El 80% restante son especuladores. En el caso del arte antiguo es completamente diferente: el 80% son coleccionistas, mientras que en el contemporáneo hay un 40% de inversores que adquieren obras de arte para coleccionar”.
Muy vinculado a este sector, Hoffman reconoce que no colecciona arte. “Tampoco soy un apasionado de él. Sólo lo veo como un negocio. De hecho, pienso que la pasión por el arte dificulta o es un obstáculo a la hora de tomar una decisión sobre cuándo comprar y vender una pieza de arte”.
Para muestra, un botón. Su firma compró una obra de Frank Auerbach por la que pedían 1,7 millones de dólares. “Negociamos a la baja por 1,1 millones y 15 meses más tarde lo vendimos por 2,6”.

1 comentario:

  1. Pero a largo plazo, si es una obra realista o hiper-realista ejecutada por un artista de cierto prestigio con carrera consolidada, siempre será un valor seguro, simplemente por su escasez. Hay pocos pintores realmente buenos, y su producción es limitada. De ahí que el mercado del arte tuviera tanto interés en desprestigiar la pintura realista y fomentar otras corrientes donde un pintor cualquiera, sin técnica ni talento alguno, puede realizar cien cuadros en una sola semana. Es exactamente lo que venimos debatiendo en estos foros desde hace tiempo: al mundo financiero le interesa el dinero fiduciario que se crea en ingentes cantidades de la nada, y no el patrón oro, que es un metal escaso y limitado.

    Bouguereau triplicaba sus precios anualmente antes de que Fred Ross le diera el impulso que le ha dado – tengo una amiga que vendió bastantes de sus pinturas, en California.

    Y para terminar, creo que Internet facilitará que las obras de arte realmente buenas e interesantes se hagan líquidas con mucha mayor facilidad. De hecho ya lo está haciendo.

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